Antes de los romanos, las aguas termales de Bath eran adoradas por una tribu llamada Dobunni, que construyó un santuario en honor a la diosa celta Sulis (la diosa de la curación). Una vez que los romanos invadieron en 43 d.C., se apoderaron tanto de la diosa como del santuario, construyendo un templo en honor tanto de Sulis como de Minerva (la diosa romana de la sabiduría).

Durante los siguientes 300 años, el complejo de baños creció, al igual que la ciudad circundante, llamada Aquae Sulis. Sabemos que en el siglo II la casa de baños tenía caldarium (baño caliente), tepidarium (baño tibio) y frigidarium (baño frío).

Los baños romanos ofrecen una visión fascinante de la vida de aquellos que vivieron en los siglos I al III: se encontraron 130 tablillas de maldiciones en el sitio, ¡en su mayoría maldiciones por ropa robada! De manera similar, se encontraron en Bath los restos de un hombre originario del Levante, que quizás había viajado allí para bañarse en las aguas curativas.

Después de que terminó la ocupación romana, los baños romanos cayeron en la dejadez. No fue hasta el siglo XVII cuando los médicos comenzaron a recetar el agua de manantial en Bath como una cura para las enfermedades y la sala de bombas se construyó en 1706. El sitio se desarrolló continuamente hasta 1897 y sigue siendo una combinación impresionante de características arquitectónicas, por ejemplo las columnatas que recorren el exterior del edificio.